La última argumentación perfecta del curso tratará sobre nuestra forma de hablar: el andaluz. Es un hecho que desde muchos lugares de España se desprecia a los andaluces por nuestro acento. A este hecho (y al desprecio de lo andaluz en general) se le conoce como andalufobia.
La cuestión sobre la que debéis reflexionar es la siguiente: ¿Existe realmente la andalufobia? ¿La vemos en nuestro día a día?
Esta argumentación es más compleja que las anteriores, y para llevarla a cabo nos basaremos en varios materiales.
El vídeo que nos servirá como base principal es este discurso de Manu Sánchez en una conversación con Roberto Leal. Dejo transcripción de su intervención porque condensa muchas ideas:
Yo creo que el único gran problema que tenemos en Andalucía es que somos pobres, entonces el acento tenemos que corregirlo porque es acento de pobre, porque el acento y la zeta puede hacer pensar a la gente que mis abuelos recogían aceitunas o que recogían algodón. La ele catalana es burguesa, de la alta alcurnia, de la fábrica de textil que le saca el beneficio al algodón que recogió mi abuelo. […] Matemáticamente a mí que me enseñen por qué ele es mayor que zeta.
Cuando quieren que renunciemos o que nos sintamos culpables por la zeta, por el ceceo o por acortar las palabras, por abrir las vocales en Córdoba o en Granada, quieren que nos avergoncemos de nuestro origen, de nuestros abuelos, de lo que creo que nos tenemos que sentir más orgullosos. Es más: yo creo que si arreglamos que Andalucía deje de ser pobre, de momento ponemos la zeta de moda.
El problema no suelen ser los orígenes. Aquí cuando viene el morito pobre la valla de Ceuta siempre parece corta y pequeña. Cuando viene el jeque con pasta le abrimos las tiendas en Marbella por la madrugada y que haga lo que le dé la gana. El problema suele ser de pasta, así que creo que la pelea es montar empresa y hacer tejido industrial desde aquí. […]
Creo que al final hay que creerse lo que tenemos por aquí porque es incontestable. Cómo va a ser un estereotipo de flojo la tierra de los pescadores, de los labradores, de los agricultores, la que ha levantado España entera porque se ha abusado de que, por la falta de formación, hemos sido mano de obra barata. Cómo van a ser pobres los de la tierra de los obreros y cómo va a ser inculta la de Picasso, Vicente Aleixandre, Velázquez, los premios Nóbeles, Juan Ramón Jiménez… Cómo va a ser.
Que se busquen otro estereotipo. Eso no es un estereotipo, es una mentira, y exagerar esa mentira es una injusticia tremenda.
Para ahondar un poco más en el tema podéis leer el artículo «Andalufobia: apuntar alto para golpear abajo» en ElSalto.
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, es buen ejemplo de persona culta que no renuncia a sus rasgos andaluces. Podéis escucharla en muchas intervenciones, como esta en la que explica los presupuestos con caramelos.
Podéis complementar vuestra argumentación mencionando personajes de ficción que hayan contribuido a asentar estos estereotipos:
- Juani, de la serie ‘Médico de familia’ (1995-1999). Es la criada de la familia y está interpretada por Luisa Martín, madrileña.
- Emilio, de la serie ‘Aquí no hay quien viva’ (2003-2006). El portero del edificio demuestra en esta escena su falta de finura.
Recientemente se ven series con personajes andaluces en los que se rompe con este papel. Podéis poner ejemplos al respecto.
Por último, la andalufobia es un tema muy tratado en el carnaval de Cádiz. Por citar dos ejemplos, el pasodoble «Zoy la baja Andalucía» de ‘Los trasnochadores’ (2009) o el célebre «Aunque diga Blas Infante» de ‘Los Yesterday’ (1999), que tenía un final muy contundente en relación a la Juani, el personaje de ‘Médico de familia’.
Castas, y luego ponen la serie de Emilio Aragón,
pin, pon, con sus castas
y aparece en el más ínfimo escalón
de su estrecha jerarquía
el servilismo mamón
de las marmotas de Andalucía.
También podéis analizar cómo hablan vuestros familiares o amigos si tienen que comunicarse con alguien de fuera de Andalucía. Es habitual que cambien el acento.